www.paquebote.com > Arthur Schopenhauer
Obra editada por Ernst Ziegler.
En la obra de Arthur Schopenhauer, pensador misántropo y pesimista denostado por sus amargas invectivas, el lector no encontrará cándidos pensamientos con los que acompañar plácidamente el paso de los días. Sin embargo, se equivocará si busca en el autor tan solo una amarga visión de la vida, severos diagnósticos sobre la época que le tocó vivir o incluso, en último término, una exhortación al suicidio. Como muestra la presente selección de textos, a cargo de Ernst Ziegler, lo que brota de su pensamiento es la convicción de que debemos comenzar a vivir de nuevo cada día, pues resulta todo un arte permanecer con vida.
«La única forma de existencia es el momento presente, que es también la posesión más segura, aquella que nadie nos podrá arrebatar jamás.»
Arthur Schopenhauer
Arthur Schopenhauer conoció bien Europa en su niñez. Sus estancias en El Havre para aprender francés cuando solo contaba diez años de edad y, poco después, los dos grandes viajes europeos que emprendió junto a sus padres, en su adolescencia, le proporcionaron la suficiente experiencia como para jactarse, cuando ya era un filósofo famoso, de haber conocido el mundo de primera mano, en persona, en vez de únicamente a través de los libros.
Los dos Diarios de viaje que contiene este volumen, inéditos en castellano, los llevó el adolescente Arthur a instancias de sus progenitores mientras viajaban por media Europa en coche de caballos. En el primero, escrito durante un viaje estival al balneario de Carlsbad (Bohemia), Arthur dejó constancia de sus impresiones de Centroeuropa. En el segundo viaje, de más de año y medio de duración, los Schopenhauer llegaron a Londres después de pasar por Holanda. De regreso al continente, a través de Francia, cruzaron los Alpes franceses y suizos hasta Austria. Viajeros privilegiados gracias a la fortuna de Heinrich Floris, padre de Arthur, los Schopenhauer visitaban museos y monumentos, conocían a personalidades de la época y disfrutaban de los más bellos paisajes; fueron turistas gozosos y pioneros, en busca de cultura y amplitud de conocimientos.
Este testimonio del joven Schopenhauer, aun siendo de interés para los lectores de sus obras, aporta además una clara idea de qué podía admirarse en aquella Europa de comienzos del siglo XIX; cuáles eran los monumentos que entonces llamaban la atención, qué obras eran dignas de elogio artístico y cómo eran los paisajes que hacían volar la imaginación de las pocas personas que viajaban por placer, tan escasas en aquel tiempo e imbuidas de un espíritu puro, aventurero y romántico.
Traducción, Introducción y Notas de Luis Fernando Moreno Claros
¿Qué alternativa queda para quienes han visto más allá del velo de Maya, para quienes reconocen que el mundo es nada, pero desean seguir viviendo? ¿Cómo continuar, pues, subsistiendo en el infierno, en este «valle de lágrimas», y hacerlo lo más agradable posible? Schopenhauer formula la respuesta en su tratado eudemonológico: «Si no se puede ser feliz en este mundo, habrá que procurar al menos no ser tan desdichado».
Los aforismos son, por tanto, el manual, el arte de prudencia en el que Schopenhauer condensa toda su sabiduría práctica; en ellos el filósofo del pesimismo se vuelve humano al legar a sus congéneres un manual de supervivencia, un libro de estrategia o de combate para que aprendiera a defenderse en el ámbito de una vida a la que no estaban capacitados para renunciar. Leer a Schopenhauer, como dijera Thomas Mann «nos llena de una satisfacción extrañamente profunda, basada en la protesta espiritual, en la indignación humana que se expresa en su obra y que es perceptible en un reprimido temblor de su voz.»
Traducción de Luis Fernando Moreno Claros.
2ª edición.
El lector de Schopenhauer termina creyendo que para él realmente la vida no fue (y por lo tanto no es nunca) agradable, que el descubrimiento del cuerpo como principio trascendental no derivó en un ser-cuerpo que vivenciara la simpatía que relaciona todo lo que está vivo sino en un ser-cuerpo que exhibe la indefensión, el desamparo, el desasosiego que soporta todo lo viviente. Pensamiento lacerante que se hizo carne en la vida de Schopenhauer.
Arthur Schopenhauer fijó su mirada penetrante en una escena trivial y cotidiana de la comedia human: el afán por tener razón o, mejor, por que nos den la razón en una disputa. Es un fenómeno que, como espectadores o como participantes, vivimos a diario, en el campo académico, en los debates políticos, en las contiendas judiciales, o en la vida familiar y social. Y una disputa, una discusión es un yunque de prueba donde inevitablemente se muestra el temple y la calidad de nuestro acero intelectual y moral.